La pax cambiaria que enhebraron en tándem Hernán Lacunza y Guido Sandleris al abjurar de todo el dogma libertario del capital y abrazar los controles a los que antes aludían como instrumentos de "represión financiera" empieza a mostrarse endeble para observadores a ambos lados de la grieta.
Aunque tanto el ministro de Hacienda como el presidente del Banco Central vuelan a Washington el miércoles próximo para la que casi seguramente será su última asamblea del FMI como funcionarios, ninguno espera traer de regreso el sábado más que una foto con Kristalina Georgieva. Mientras tanto, grandes inversores locales y fondos de inversión de Wall Street observan con preocupación una coincidencia entre analistas tan disímiles como Domingo Cavallo y Emmanuel Álvarez Agis: a la hora de trazar escenarios posibles para los próximos meses, ninguno excluye la alternativa de una espiralización de la crisis.
Parece un revival de junio de 2017, cuando Carlos Melconian profetizó: "Ojo porque se puede ir todo a la mierda". Anestesiada, la corrida cambiaria corcovea cada vez que el Banco Central intenta bajar unas décimas la tasa de interés de las Leliq y la tensión crece a medida que se acercan las elecciones. Algunos días, para peor, recrudece la salida de depósitos en dólares de los bancos, que ya perdieron un tercio de lo que tenían el 11 de agosto. Esta vez no es porque haya incertidumbre respecto de un resultado irremontable sino por dos interrogantes principales: quién manejará el joystick de la economía entre el 28O y el 10D -son 30 días hábiles, una eternidad- y cómo se administrará el desbande político del oficialismo, especialmente en los tribunales.
Cavallo fue lapidario. "El Banco Central ya ha comenzado a perder el control de la emisión monetaria y este fenómeno se acentuará apenas se produzca el vencimiento de las LECAPs y las LETES cuyos plazos fueron prorrogados entre tres y seis meses", escribió anteayer en su blog. Aunque cerca de Alberto niegan terminantemente que el exministro mantenga el predicamento que supo tener sobre él, en el establishment están convencidos de que todavía dialogan. Por eso, como se informó en esta columna la semana pasada, el veterano padre de la convertibilidad reunió a pesos tan pesados en la conferencia que ofreció casi de incógnito en la Academia Nacional de Ciencias de la Empresa.
El exministro también advirtió que habrá que defaultear los bonos en dólares que "reperfiló" Lacunza apenas venzan los plazos de entre tres y seis meses que estableció como prórroga. Y que mientras tanto habrá que apretar un poco más el control de cambios. "Todas estas precauciones persiguen evitar que la hiperinflación se desate en la transición entre el gobierno saliente y el que resulte elegido, pero no aseguran que no se vaya a producir durante 2020 o 2021", añadió, sin el mismo poder de síntesis que Melconian en 2017 pero con similar contenido.
Álvarez Agis, por su parte, viene procurando llevar calma a sus clientes a la hora de describir el perfil que anticipa para Fernández en el poder. Es lo que le pidió que hiciera el propio candidato, si bien el exviceministro de Axel Kicillof siempre aclara que no habla en su nombre. Erradicar el fantasma del "chavismo" fernandista era lo que se proponía el comando de la calle México antes de las PASO. Y lo que terminó de conseguir recién en estas últimas dos semanas, a fuerza de horas y horas de diálogos reservados con enviados de Wall Street.
Más allá de la colaboración de Agis para ese objetivo inicial, los escenarios que plantea a futuro a sus clientes como consultor no son precisamente alentadores. En su escenario optimista, la actividad económica este año cae 3,5% y el año que viene otro 2%. Las arcas públicas cierran 2019 con un déficit de 1,3% del PBI, bastante alejado al 0,5% del PBI que esperan el FMI y el Gobierno. En 2020 ese déficit se estira a un 2% por menor actividad y recaudación. El agujero fiscal en pesos se financia con mayor emisión monetaria, como ya está haciendo Sandleris. A diferencia de Cavallo, Agis no cree que eso pueda gatillar una híper sino apenas una brecha mayor entre el dólar oficial y los distintos paralelos.
El escenario pesimista de Agis no es una hiperinflación sino una serie concatenada de eventos hostiles: defaults descontrolados, devaluaciones y nuevas corridas. La actividad económica, en ese escenario, cae a ritmo de dos dígitos hacia abismos parecidos a los de 2002. Lo que más sobresaltó a quienes escucharon sus últimas conferencias reservadas no fue lo duro del este escenario pesimista sino las probabilidades de ocurrencia que le asignó: 70%, frente a 30% del optimista.
El Tío Sam y el tío Alberto
La renegociación de la deuda promete ser el episodio clave de la serie del próximo gobierno. Lo más difícil de organizar es la secuencia entre las temporadas. ¿Hay que negociar primero con los privados o con el Fondo Monetario? Es un conflicto de intereses parece separar a priori a los acreedores, acaso por primera vez desde que el FMI empezó a regimentar los planes económicos de los países periféricos, en los años 70 y 80, para garantizar precisamente el recupero de los flujos financieros que por entonces empezaron a fluir hacia el sur.
¿Qué le dará el Fondo al próximo gobierno? Si fuera por su staff y sus jerarcas, absolutamente nada. Apenas un aplazamiento -y no muy largo- de los pagos ya comprometidos. Lo que supieron esta semana dos de los economistas del Frente de Todos de fuentes del Directorio es que los técnicos del organismo tampoco querían darle a Macri el mayor crédito standby de la historia. Y que hicieron todo lo posible por frenar el primer acuerdo y después su ampliación, pero que se impuso el criterio del accionista mayoritario: Estados Unidos. El Tesoro transmitió la orden. Había que sostener a Macri como tapón contra el regreso de lo que en Washington, hasta hace poco, no distinguían demasiado de Nicolás Maduro.
¿Qué actitud tomará Donald Trump frente a Alberto Fernández? Es la pregunta del millón y la agenda secreta que llevó a Sergio Massa al DC, donde procuró hacer valer sus contactos en el manodurismo republicano. Ayer hubo un guiño favorable, acaso la primera respuesta a sus gestiones: Bloomberg publicó una carta del secretario de Estado, Mike Pompeo, al titular de la OCDE, Ángel Gurría, donde le avisa que Estados Unidos sigue respaldando exclusivamente a Argentina y a Rumania como aspirantes a ingresar a ese club de naciones desarrolladas. La carta lleva fecha del 28 de agosto, cuando ya se había producido el batacazo opositor en Argentina y ya estaba claro que las chances de permanencia en el poder de Macri eran mínimas.
La carta de Pompeo fue un desaire a Jair Bolsonaro, con quien Trump había ofrecido una conferencia de prensa en marzo para anunciar que apoyaría también su aspiración de entrar a la OCDE. Desde entonces, Bolsonaro no hizo más que perder legitimidad aceleradamente. Maduro, en cambio, resistió los intentos de desplazarlo del poder tanto desde dentro como desde fuera. ¿Busca ahora Trump en Fernández un nuevo interlocutor regional que lo ayude a deshacerse de Maduro? ¿Le ofrecerá sus buenos oficios como accionista mayoritario del Fondo? ¿Cuánto valdrá para Alberto el viejo sueño nestorista de la UNASUR? ¿Se devaluará ese anhelo en medio de una corrida cambiaria?
Por un puñado de pesos
El poder es escurridizo. Y no hace falta ir a Brasil para comprobarlo. Lo supo Marcos Peña en la cena de recaudación de fondos de la Universidad Di Tella, la facultad donde se formó, donde en los últimos tres años había sido la estrella indiscutible de la noche. Quienes antes no lo dejaban llegar a su mesa por la cantidad de selfies que querían sacarse con él, ahora lo ignoraron. Los flashes eran esta vez para Felipe Solá, la más rutilante figura de la oposición que se dejó ver en el Campus Alcorta. Fernández les había confirmado su presencia pero pegó el faltazo.
En medio de ese súbito despoder y tras el aviso de Horacio Rodríguez Larreta de que no convertirá al gobierno porteño en un campo de refugiados, los mandos medios de Cambiemos empiezan a atornillarse a las sillas que encuentran. Algunos ministros también aprovechan para acomodar a sus leales para una era que anticipan árida. Lo hizo el canciller Jorge Faurie con diplomáticos de carrera que acaba de fletar hacia París, Londres, Lisboa y San Pablo. También con otros cuatro colegas de "la casa" que están a punto de ser designados en puestos clave. Daniel Raimondi en la OEA, Marcelo Sánchez Salvia en Nueva York, Luis Sobrón en Milán y Carlos Cherniak en la FAO.
En la Comisión Nacional de Valores (CNV), en tanto, abrieron dos concursos para incorporar a la planta permanente a dos gerentes y diez subgerentes. Un súbito interés por la formalidad laboral en una institución donde trabajan 340 personas y solo 82 gozan de esa estabilidad. Un curioso dispendio, además, en un ente de contralor donde la tecnología es tan crucial y donde el sistema estuvo caído durante casi dos días esta semana. Todo pese a los esfuerzos de Microsoft, que hace apenas nueve meses terminó el rediseño de su "autopista financiera" a cambio de un millón de dólares.
El desbande no es para austeros. Las decisiones se toman rápido. Así lo hizo el propio Peña ayer, al designar -también en planta permanente- a cuatro profesionales para la Agencia de Acceso a la Información Pública. Una de ellos, Eugenia Braguinsky, es una laboriosa inquisidora de opositores en las redes sociales. En su hogar, al menos por un par de meses, ingresarán dos sueldos públicos: el suyo y el de su marido, el subsecretario de Energía Nuclear, Julián Gadano. Julián es a su vez hermano del gerente general del Central, Nicolás Gadano. Todos orgullosos ditellianos. ¿Y si estatizan el último día del mandato a la autopercibida Harvard criolla?.
Fuente: baenegocios.com