En el acto del 17 de noviembre, el presidente Alberto Fernández pronunció un discurso en el que convocó el apoyo de los votantes peronistas del frente oficialista, que, a pesar de su aparente éxito, no satisfizo a propios ni a contrarios .
Un acto de significado disputado por los propios concurrentes
La iniciativa y la organización del acto provino de los sectores más cercanos al peronismo tradicional -como los dirigentes de los grandes sindicatos de la CGT y de los intendentes del conurbano bonaerense-, a los que la ex presidente Cristina Fernández siempre intentó desplazar del protagonismo político en favor de su núcleo íntimo de intelectuales y militantes universitarios del Instituto Patria y La Cámpora, con la colaboración de los líderes del Movimiento Evita, desencantados desde hace un tiempo con el kirchnerismo.
El objetivo original de los organizadores era utilizar el aniversario del primer retorno de Perón al país en 1972 para reclamar el protagonismo dentro del frente oficialista. Están convencidos de que el retroceso electoral del oficialismo tuvo mucho que ver con la insistencia de la ex presidente de excluir a sindicalistas y punteros conurbanos de las candidaturas de las últimas elecciones, y de que el leve repunte que se observó en los votos del 14 de noviembre en el área metropolitana de la provincia de Buenos Aires sólo pudo producirse cuando ellos se hicieron cargo de la campaña.
Por su parte, el objetivo del propio presidente era aprovechar el acto que le estaban organizando los sindicalistas y los intendentes conurbanos para relanzar su gobierno y así superar la derrota en las últimas elecciones. Su intención era evitar la desmoralización de sus seguidores, minimizando el significado de la derrota electoral y rescatando la importancia del leve repunte del voto oficialista en el área metropolitana bonaerense.
La vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner intentó reducir el costo político que le hubiera significado un acto crítico que la responsabilizaría de la derrota electoral del oficialismo. A último momento declaró su adhesión al acto y quiso modificar su significado como si realmente se hubiera tratado nada más que de una conmemoración histórica dela militancia peronista.
Aún así, el distanciamiento de los organizadores con respecto al kirchnerismo se reflejó en la distribución de los concurrentes y en el discurso presidencial.-Los sectores kirchneristas quedaron situados en la zona del Obelisco porteño, a cinco largas cuadras del corazón del acto, situado en la Plaza de Mayo-. El lenguaje utilizado por el presidente en su discurso estuvo cargado de palabras evocativas al peronismo histórico-. Y su mensaje reivindicó la participación política del peronismo tradicional en la definición de las candidaturas para las próximas elecciones presidenciales, cuando reclamó que esas candidaturas deberían surgir del voto de los compañeros, en una reconocible crítica a la selección unilateral de candidatos kirchneristas que digitó la ex presidente para estas últimas elecciones.
Una base política frágil
Las bases políticas del apoyo al presidente son más frágiles de lo que aparenta la movilización desplegada en el acto.
La movilización fue lo que en la jerga política argentina se conoce como una típica movilización de aparatos. Militantes sindicales concentrados desde diversas zonas con una aceitada logística de ómnibus charteados. Beneficiarios de planes sociales presionados a concurrir para no perder los subsidios que reciben, que están manejados por movimientos sociales cuyos dirigentes controlan su asistencia a cada acto.
Si estos dispositivos fuesen suficientes para asegurar el apoyo político al Frente de Todos el resultado de las elecciones del último 14 de noviembre no hubiese sido la diferencia de casi diez puntos que separó al oficialismo de la oposición, ni hubiese alcanzado la caida de casi veinte puntos en el voto oficialista comparado con las elecciones presidenciales de hace dos años.
En este contexto, no sorprende la cautela de la mayoría de los gobernadores peronistas del interior del país en su respuesta a la convocatoria presidencial. Ellos también responsabilizan al exclusivismo del sector kirchnerista de la reciente derrota del oficialismo, pero tiene más confianza en su propia capacidad de mantener sus propias bases en sus distritos que en las movilizaciones escenificadas como las del último acto, en el que la mayoría de ellos no participó.
Para agravar la situación, el tono confrontativo del discurso presidencial hacia los medios y la oposición desagradó a los organizadores del acto. Les sonó a un esfuerzo del presidente por no romper definitivamente con el núcleo kirchnerista más duro, del que ellos aspiran a alejarlo.
Lo que determina el éxito político no es la propaganda, sino la situación económica
Desde hace casi ochenta años numerosísimas investigaciones basadas en amplios análisis estadísticos, desautorizaron la mitología propagada por los intelectuales que hablan del supuesto poder de los medios para moldear el pensamiento de las masas, y demostraron ampliamente que las personas seleccionan y reinterpretan los mensajes mediáticos según su mentalidad, su personalidad, y, sobre todo, su situación económica. La primera fue el célebre estudio pionero de Paul Lazarsfeld, , Bernard Berelson y Hazel Gaudet, -publicado ya en 1944 con el título de The People’s Choice: How the Voter Makes Up His Mind in a Presidential Campaign, Nueva York: Duell, Sloan, and Pearce-. Otra investigación célebre fue la de Angus Campbell, Philip Converse, Warren Miller y Donald Stokes,-publicada en 1960 como The American Voter. Nueva York: Wiley-, Estos resultados fueron confirmados en el ámbito iberoamericano con los célebres trabajos del profesor Jesús Martín Barbero sobre la recepción selectiva que la gente hace de los contenidos mediáticos, -sintetizados en su célebre libro de 1986 titulado De los medios a las mediaciones, Barcelona: Ed. Gustavo Gili-,
En particular, muchísimas investigaciones comprobaron que lo que más determina el resultado de las elecciones es la situación económica.
En América Latina esa asociación fue comprobada por investigaciones de gran escala, como los famosos trabajos de Daniela Campello y César Zucco jr., de la prestigiosa Fundación Getulio Vargas, de Río de Janeiro, "Presidential Success and the World Economy" -publicado a comienzos de 2016 en la revista científica estadounidense The Journal of Politics, -volúmen 78, número 2-,
y "Commodity Price Shocks and Misattribution of Responsibility for the Economy: Observational and Experimental Evidence. ", -presentado por los mismos investigadores en el Encuentro Anual de la Red para el Estudio de la Economía Política de América Latina, Lima, Peru, Abril de 2017-, en los que analizaron nada menos que ciento veintiuna elecciones realizadas en dieciocho paises de la región durante treinta y dos años, -entre 1980 y 2012-, y verificaron que la situación económica condiciona la popularidad de los gobiernos incluso cuando no depende de ellos, -como cuando es favorecida o perjudicada por las variaciones del precio internacional de los commodities que exportan sus paises, o de las tasas de interés de la deuda de sus economías-.
El peso de la economía en el ánimo político de la sociedad argentina es públicamente conocido. En épocas de mejoría, -aunque fuesen transitorias-, nuestra sociedad se vuelve muy tolerante hacia otros problemas en que pudiesen estar involucrados los gobiernos. Los reclamos sobre derechos humanos durante la última dictadura no le interesaban a casi nadie fuera de las víctimas mientras duraron los beneficios del dólar barato y los viajes a Miami o a Uruguayana a comprar electrónica favorecidos por la "tablita" del entonces ministro Martínez de Hoz, y tampoco las repetidas denuncias sobre la corrupción oficial desvelaban el sueño de los argentinos durante el auge de la convertibilidad durante la presidencia de Ménem, ni durante el viento de cola provocado por la burbuja internacional de los commodities durante los primeros diez años de kirchnerismo.
Pero en tiempos de crisis, ningún pecado oficial se perdona fácilmente. Los derechos humanos empezaron a parecernos importantes en 1981, cuando la "tablita" de Martínez de Hoz estalló, la inflación se disparó junto con el precio del dólar, y la indexación introducida por la fatídica circular 1050 arrasó a cientos de miles de deudores hipotecarios y financieros. La corrupción empezó a ser tema de debate serio cuando la convertibilidad comenzó a resquebrajarse a fines de los noventa, o cuando se desinfló el viento de cola de los commodities hacia 2013.
El impacto de la situación económica sobre el clima político en la Argentina se ha demostrado científicamente, con investigaciones rigurosas, como la llevada a cabo por María Laura Tagina, Profesora-investigadora de la Universidad Nacional de San Martín y de la Universidad Nacional de La Matanza, -publicada en la revista científica mexicana Política y gobierno -volúmen 19, número 2-, de diciembre de 2012, en un trabajo titulado "Factores contextuales, predisposiciones de largo plazo y accountability electoral en Argentina en tiempos del Kirchnerismo"-, en el igualmente detallado trabajo de Jorge Mangonnet; María Victoria Murillo; y Julia María Rubio profesores investigadores de la Universidad de Columbia, Nueva York, -publicado en 2018 con el título de "LocalEconomicVotingandtheAgriculturalBoominArgentina,2007–2015 ",en la revista científica LATIN AMERICAN POLITICS AND SOCIETY -volúmen 60, número 3-. o la minuciosa investigación desarrollada recientemente por Javier Leopoldo Cachés en su tesis para la Maestría en ciencia política, -presentado en 2018 en el Departamento de Ciencia Política y Estudios Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella, con el título de "¿Pueden los presidentes persuadir a la opinión pública? Un estudio sobre el caso argentino (1985-2011) "-, donde demostró con sólida documentación estadística cómo, a lo largo de veinticinco años, los presidentes argentinos nunca pudieron evitar el impacto de las crisis económicas de nuestro país sobre las decisiones de los votantes con ninguna estrategia de persuación.
El proyecto de relanzamiento del gobierno no tiene las bases económicas que necesita.
El cínico comentario del ex ministro bonaerense y hoy diputado nacional Daniel Gollán, en el sentido de que la fiesta de la quinta presidencial de Olivos no le hubiera importado a nadie si la gente hubiese tenido "platita" recoge esta tendencia argentina, pero el problema para él es que no parece haber comprendido la diferencia entre recuperación económica y simple asistencialismo.
Cualesquiera que sean las medidas que el presidente adopte, lo más probable es que los impedimentos para resolver la situación económica que provocaron la caida del caudal electoral del oficialismo a nivel de total país en estas elecciones de medio término conduzcan a resultados similares en las elecciones presidenciales de 2023. hacen probable que el resultado de las elecciones de medio término se repita en las presidenciales de 2023.
Si el presidente decidiera en favor de un improbable giro hacia la racionalidad macroeconómica -racionalización del gasto público, apertura a la inversión privada y a las exportaciones-, provocaría una crisis interna de la coalición que lo sostiene, en la que los elementos propiamente kirchneristas con cargos de gobierno simplemente se negarían a acompañarlo y las agrupaciones más duras desatarían olas de protestas que trabarían el desarrollo de tales políticas.
Si, por el contrario, decidiera "radicalizarse", asumiendo las políticas más intervencionistas que le reclama el núcleo duro del kirchnerismo -creación de empresas estatales para ir asumiendo el control directo de sectores estratégicos como la hidrovía, subsidio de tarifas, aumento de salarios públicos y prestaciones sociales-, la falta de divisas que se necesita para todas esas políticas provocaría que la emisión de moneda sin respaldo precipite una espiral inflacionaria cuyos mayores perjudicados son siempre los sectores más desaventajados que ya se han desencantado de las políticas económicas del gobierno.
Y, si decidiera continuar como hasta ahora, haciendo declaraciones populistas y medidas ambiguas, también continuarían profundizándose las mismas indecisiones y las mismas incertidumbres que provocaron los resultados económicos, los costos sociales y los efectos políticos que condujeron a su reciente derrota.
En fin, cuando en pocos días se aquiete la espuma y vuelva a reinar la dura realidad, los planes del presidente comenzarán a mostrar sus profundas debilidades.
Por Gregorio Halaman
El autor es abogado y analista conductual, consultor en análisis político para clientes nacionales y extranjeros desde hace más de treinta años, profesor adjunto regular de Teoría del Estado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, profesional principal del Programa de Instituciones Politicas Fundamentales en el Instituto de Investigaciones Jurídicas y Sociales "Dr. Ambrosio A. Gioja" UBA-CONICET e investigador principal del Programa de Estudios Presidenciales en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Facultad de Ciencias Jurídicas USAL-CONICET.