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Establecidas en países como: Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay, Colombia, con sede en más de 350 ciudades, el perfil de sus empleados, está orientado a personas que buscan su primer trabajo o no cumplen las formalidades para otro, por la de edad, falta de experiencia o educación. Mientras que, en la empresa de pedidos virtuales, el único requisito, lacónico, es poseer celular, DNI, y bicicleta para poder repartir. Sus empleados, se han convertido en la generación de empleo de: “Ni obra social”, “ni personería gremial”, “ni aportes”, “ni ART”, “Ni contrato de trabajo”, son los NI, que parecen no estar contemplados en las leyes del Trabajo de la argentina. Cuando, los únicos socios, en la existencia de esta relación laboral, y responsable del funcionamiento de estas empresas de delivery, son los mismos los representantes que nos gobiernan.

Sin embargo, el agravante de la situación, no es solo, la forma en que se emplea a estos jóvenes, o las condiciones en las que trabajan: bajo la intemperie, sin cobertura médica, sin herramientas de trabajo, sin ley que los ampare, con la coacción de vender y de llevar el pedido a tiempo, por la módica suma, de su “propia vida”.

 La actitud más errante, y penosa, la formula el propio gobierno, ya que en su afán de ser el gran benefactor del empresariado argentino, toma una posición mercenaria, que apadrinando la frase más feroz que contiene el capitalismo de  Adam Smith: “Dejar Pasar, dejar hacer”, frase original  “laissez faire, laissez passer”, expresión que resumía la doctrina de que las sociedades están regidas por un orden natural y el Estado no debe intervenir en ellas, permite, culmina siendo, el único eslabón, necesario y responsable de la realidad, que padecen en su  económica cada una de las familias de estos púberes, “Emprendedores Independientes”.   

La masa de empleados de estas plataformas virtuales, cuenta con planteles de chicos de entre 18 y 24 años, que deciden tomar este empleo por las exiguas oportunidades, que les ofrece el mercado laboral. La mayoría de los jóvenes, que toman esta decisión, se relacionan, en un punto, todos poseen poco estudio o no finalizado, experiencia laboral escasa, o con el condicionamiento de no poseer más documentación que una residencia precaria. Pero, para emplearse en Glovo, o Rapi, solo le deben contar con su DNI, celular, y una bicicleta o rodado para el transporte. Ergo, detrás de estas coincidencias, en torno sus edades, (18 a 24 años) hay otra consecuencia, la garantía del estado, que en el último año dejo a 500 jóvenes fuera del cobro del Programa Progresar, primera beca joven creada en la última presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, a través de la Anses, jóvenes que, en la actualidad, ya no estudian, ni cobran la beca. Y, la segunda concomitancia, el acuerdo que celebró en el año 2016, el propio presidente, Mauricio Macri con la empresa Arcos Dorados, Mc Donald, bajo el nombre de “Primer Empleo”, ¿te suena?, que empleo a 670 jóvenes, de los cuales 155 fueron formalmente contratados, con un salario mensual de 4.500 pesos, de los cuales 1000 están subsidiados por el estado, a cambio de un trabajo de 30 horas semanales. El programa, también incluyo a jóvenes de tan solo 16 años, que se postularon con autorización de sus padres.

En el marco, de esta realidad que nos acontece, en la ciudad de Rosario, el concejal Eduardo Toniolli, hace un año notifico en la mesa de entrada, de la sede del Palacio de los Leones, que las empresas de reparto Glovo y Rappi. Según declaro el edil, las aplicaciones de delivery, “no cuentan con habilitación municipal, además cualquier comercio que traslada sus productos o realizan cualquiera de estos servicios deben pagar, por cada ploteo de la publicidad tanto en los móviles como en el las cajas de transporte”. Y, agrego:” Hay una serie de violaciones de nomas, y el que se tiene que hacer cargo de ponerle el cascabel al gato es el Ejecutivo y hasta ahora ha demostrado nula voluntad en ese sentido”.

Para terminar, y llevarles un puñado de tranquilidad a casa, mi desasosiego está envuelto por un sentimiento de tristeza que ahoga mi alma en este rio abandonado. Porque, no son solo jóvenes, son los chicos que iban a construir el futuro de nuestro país, los que se han convertido en “Los Bicivoladores” de compañías extranjeras, que limitan sus horas y vida a través de una aplicación de celular. Y, mi atracción mayor no son las hazañas, y piruetas que realizan en las calles con sus bicis para llegar en tiempo, sino la actitud de los gobernantes de turno, que determinaron, sin darles opción, quitarles los sueños, la posibilidad de terminar sus estudios incompletos, o de “caer”, en la cola de alguna carrera de la Universidad Pública, lo que hubiesen querido en un deseo de formar parte de un país con oportunidades para ellos, y sin requisitos previos. Mientras tanto, en el país de la realidad virtual, los veo pasar, traccionando los pedales de su vida, llevando sus sueños, y desidia en una caja de Telgopor que lleva un nombre y no es el de ellos. 

Por Manuela Porta

financialros.com